En medio de un año complicado, todavía hay razones para celebrar la variedad de uva emblema de la Argentina y aquí te contamos tres de nuestras razones preferidas

Diversidad. No es sólo que la expresión argentina de esta cepa originaria de Francia es diferente sino que es también diversa. La forma potente pero elegante que expresa en el Valle de Uco, con sus frutas rojas y oscuras y su especia dulce es más intensa que las versiones más aromáticas pero menos contundente de la Patagonia. A partir de allí, es cuestión de explorar el mapa, de Cafayate a San Juan, de Catamarca a La Rioja o la Pampa, cada región le da su toque especial al malbec.

Versatilidad. No, los malbec no son vinos sólo para comer con carne. Por supuesto que los ejemplares con mayor crianza en madera pueden acompañar varios cortes a las brasas pero un malbec en el que predomina la fruta y tiene apenas un breve paso por barrica es una opción perfecta con pastas con salsa de crema o incluso con algún postre de chocolate. ¡Hay mucho por descubrir así que hay que probar!

Expresividad. Es difícil encontrar un malbec que sea esencialmente introvertido, que haya que concentrarse muchísimo para descubrir los secretos que guarda en aromas y sabores. Por el contrario, el malbec suele ser un vino festivo, que invita a compartir, que regala su perfume desde el primer momento en copa y que suele llenar el paladar con todos sus matices, así que en este 2020, más que nunca, bien vale la pena brindar por la vida con una copa de malbec.